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Fotografía de perfil de Vanesa Llorens

Entrevista con Vanesa Llorens

Vanesa Llorens es una economista especializada en análisis de datos que desde hace una década se dedica a la gestión de proyectos y desarrollo de equipos. Toda una referente que desempeña su puesto de Senior Manager del área de Innovación en Unit4, con el conocimiento y confianza suficiente que le permiten alejarse de estereotipos, ser ella misma, y apostar por equipos multidisciplinares que incluyan el enriquecedor talento femenino. Aun consciente de que la brecha de género en el sector TIC tardará en cerrarse, se queda con los positivo de las cosas, como es el poder transformador de la tecnología. Para Vanesa, hacer posible el cambio es una cuestión de dar ejemplo y constancia desde todos los ámbitos.

Personal

Un hobby.

Actividades al aire libre, estar en la naturaleza me libera. Me gusta probar todo tipo de actividades: senderismo, alpinismo, buceo etc.

Un lugar.

Un lugar en el mar, cualquier playa o cala. Me encanta estar en el agua, coger un kayak, hacer snorkel etc.

Un libro.

Tengo muchos y depende del momento. Me gusta mucho la novela y, en concreto, la novela histórica. Me fascina descubrir historias que cuentan el porqué de las cosas y te descubren facetas de alguien.

Una película.

Tengo dos vertientes. Me gustan las películas basadas en hechos reales, donde pueda indagar más en los acontecimientos, sus causas y el papel que jugaron distintas personas en ellos. Pero también tengo momentos en que me apetece ver una comedia, algo intrascendente que simplemente me haga reír. Me encanta el humor absurdo, algo así como Javier Fesser o Faemino y Cansado llevado al cine.

Un personaje.

Me fascinan las personas que han tenido un impacto importante a nivel social. Por ejemplo, la madre Teresa de Calcuta, Nelson Mandela o Lady Mariéme Jamme, a la que descubrí recientemente a través de una colaboración iniciada por mi empresa. Es fundadora de IamTheCode, una organización africana que tiene como objetivo principal ayudar a construir una generación de un millón de mujeres ingenieras para 2030. Me inspiran en especial las personas corrientes que realizan iniciativas que abren posibilidades a las personas, y me gustaría conocer más de ellos. No son tan importantes por su propio perfil, sino porque han conseguido iniciar un movimiento y generar un cambio en la sociedad.

Una app.

Whatsapp, por el impacto tan extraordinario que ha tenido en todo el mundo. Ha cambiado la manera en que nos comunicamos. Antes, el coste de las llamadas limitaba el tiempo que pasabas hablando con tus amistades. Ahora es gratuito, tiene videollamadas, puedes enviar documentos y ya se usa en relaciones personales y también profesionales. Y, en breve, cuando añadan la opción de pagos directos, va a transformar otras funciones como el envío de dinero. Es súper transformadora, y a pesar de que también tendrá su parte oscura, ha cambiado la forma en que vivimos en muchos aspectos. Nos ha hecho la vida más fácil, y más en momentos como el de esta pandemia, por ejemplo, para que la gente mayor no se haya quedado aislada o para la comunicación con la familia… Yo he enseñado recientemente a mi madre a hacer videollamadas por Whatsapp para poder vernos más.

Una palabra que te defina.

Perseverante, hasta el punto de que estoy practicando el frenarme, reflexionar y evaluar si es momento de parar. Y optimista, ya que busco la parte favorable de las situaciones. No significa que ignore los otros factores, pero trato de centrarme en el bueno para transformar y crear aspectos positivos.

Entrevista

Vanesa nos gustaría conocer tu trayectoria. ¿Cómo has llegado a dónde estás ahora mismo?

Mi trayectoria ha sido bastante cambiante. Soy Licenciada en Economía y me especialicé en la parte de Análisis de Datos, que era el área que más me gustaba, e hice un máster. Desde ahí he trabajado como experta económica en distintos sectores. Empecé en temas de competencia, impacto de fusiones, acuerdo de precios etc. En definitiva, análisis de datos basados en modelos económicos. Después me pasé al mundo de la banca, con todo el desarrollo de la normativa europea, haciendo modelos de previsión de impagos de distintos productos. Por último, también realicé desarrollo de proyectos y gestión de equipos de trabajo, y me cambié a una empresa que se centraba en análisis de riesgo de crédito, ya no para clientes de banca sino para empresas en general.

Mi último puesto, donde estoy desde 2016, es en Unit4, empresa internacional dedicada al desarrollo de software de gestión empresarial. Entré como mánager de una de las áreas gracias a mi experiencia como gestora de proyectos y personas, y aquí he descubierto el sector de la tecnología de primera mano y cómo la tecnología es una pieza imprescindible en cualquier sector. He ganado mucho conocimiento en el área estos años.

¿Cuál era tu perspectiva de la tecnología cuando empezaste a estudiar y cuál es tu visión ahora?

Cuando empecé a estudiar Economía no tenía una vocación clara ni rotunda. Uno de mis profesores de instituto me ayudó a orientarme y me propuse hacer la doble licenciatura de Economía e Informática, aunque después nunca llegué a estudiar la carrera de Informática que así se llamaba en ese momento. A raíz de empezar Económicas, el contacto con la tecnología era muy residual. Es cierto que me atraía la posibilidad escribir códigos para automatizar algunos procesos, principalmente en las asignaturas de especialización. Pero a nivel usuario, la tecnología de hace 20-30 años tenía un coste alto de entrada que te obligaba a invertir tiempo en aprender. Yo era reacia a eso, y quería que las cosas fuesen fáciles. Me planteaba ¿por qué tengo que aprender cómo funciona esto o por qué de repente es tan difícil cierto proceso como formatear un ordenador?

Ahora la industria se ha desarrollado y ha hecho que la tecnología sea mucho más accesible para todo el mundo, de hecho, no somos conscientes de muchas cosas con las que convivimos sin más, en las que está presente la tecnología. Desde Alexa, la sensorización en el entorno en el que vivimos… Nuestro ámbito personal y profesional está rodeado de tecnología, es imprescindible 100%.

Nos encontramos con varias generaciones de nativos digitales. ¿Cómo ves de necesario que se formen desde edades tempranas en estas materias sea cual sea la carrera que vayan a elegir?

Ya no tiene sentido cuestionarse esto porque la tecnología forma parte de nuestras vidas. No tener conocimientos tecnológicos no puede ser una opción. Así que no tendríamos que plantearnos si se debe incluir este tipo de materias en la formación de una persona; sino directamente pasar a buscar la forma de facilitarlo.

Por ejemplo, yo no sé programar en un lenguaje concreto, pero necesito entender por qué se está utilizando, qué significa y qué impacto tiene. Y este tipo de conocimiento debe ser accesible para todos, porque en nuestro día a día todas las personas nos relacionamos con la tecnología. Antes podías tener opciones analógicas de vida, pero hoy todo eso ha desaparecido en gran medida. Y necesitamos unos conocimientos básicos para que esa relación con la tecnología sea segura, para que no comprometamos nuestros datos y nos pongamos en peligro: el uso de contraseñas, de redes sociales… Todo esto forma parte ya de nuestro día a día.

Desde la Educación Primaria se debe asegurar unos conocimientos tecnológicos básicos. Al igual que los hay en idiomas, se debe incluir una base tecnológica porque necesitamos conocer la tecnología no desde una visión idealizada de lo más moderno, sino conocer dónde se aplica y qué riesgos estamos asumiendo y que cada persona tenga la capacidad de gestionar su relación con la tecnología, hasta dónde quiere llegar y hasta dónde no.

Además, hay un avance que se está acelerando en torno a la inteligencia artificial que también va a requerir unos conocimientos matemáticos y estadísticos básicos. Para entender, por ejemplo, los rastros que dejamos con el uso de nuestros móviles y actividad en redes sociales y cuál es el valor de todos esos datos que generamos, cómo se usan, cuál es el riesgo y qué beneficio tienen y para quién.

Según tu experiencia ¿cómo valoras el papel de la mujer en el sector TIC? ¿Crees que ha habido una evolución?

Ha habido una evolución dentro del sector que ha ocurrido en paralelo al resto de la sociedad, pero, lamentablemente, la presencia de la mujer en el sector TIC sigue siendo minoritaria. Hay un porcentaje muy bajo de mujeres en el sector tecnológico, 25% del empleo son mujeres en el sector. Pero si te fijas en perfiles más técnicos baja al 10-15%. Y, además, muchas veces las mujeres en el sector tecnológico ocupan un papel secundario.

Entrando en las causas de esta situación, se apunta a barreras de acceso, techos de cristal, la falta de conocimiento de las chicas de las posibilidades que ofrecen las TIC, y la falta de adecuación en la educación del aprendizaje en igualdad de estas materias… ¿Estás de acuerdo con estos obstáculos?

Totalmente de acuerdo, y para combatirlas es valiosísimo el reciente movimiento global de visibilizar a las mujeres en todos los ámbitos. Considero que las iniciativas que buscan referentes femeninos en ciencias y tecnología aportan un gran valor ya que los primeros nombres que nos vienen a la cabeza suelen ser de hombres. Pero cuando empiezas a visibilizar la contribución de referentes femeninos, consigues inspiran y facilitar el camino de todas las mujeres que ya están en ese sector, así como atraer a más. En el ámbito de la tecnología, sin embargo, el reto es aún mayor que en otros. El número de mujeres es tan reducido que, aunque estemos dando voz a referentes femeninos, el grupo que pueda reaccionar e identificarse con ello es muy bajo. El tecnológico es un sector en el que históricamente las niñas no se han visto representadas y la brecha que se ha generado es tan inmensa que va a tardar mucho tiempo en cubrirse. Por ello, es aún más necesario actuar.

Cuando yo empecé a estudiar, no conocía a ninguna mujer que hubiera estudiado Informática. Y la situación no ha cambiado tanto, en mi empresa buscamos perfiles técnicos y apenas los hay entre mujeres. Al final las niñas, como los niños, buscan algo en lo que se identifiquen. Para mí es un aspecto fundamental, no sólo se trata de elegir una carrera, sino una profesión para toda la vida, un entorno y unos compañeros de trabajo para el futuro… Compañeras informáticas me han contado que eran pocas en clase y no tenían un grupo de apoyo. Y eso hacía que fuera más duro, limitando sus posibilidades de crecimiento, pues sucede al igual que en el trabajo, necesitas un ambiente donde te sientas respaldado. Eso determina las decisiones que vas tomando.

¿Crees que también influyen en las decisiones de las chicas los estereotipos sociales sobre estas carreras y los de las mujeres que se dedican a la tecnología?

Creo firmemente que sí. Cada persona es distinta, pero creo que esos estereotipos te van a marcar en mayor o menor medida, porque además la elección de tu carrera sucede en un momento tan convulso como es la adolescencia, cuando una de las principales motivaciones es pertenecer a un grupo. Necesitas que ese grupo te resulte atractivo. Por supuesto, la influencia de esos estereotipos también la sufren los chicos, pero en el caso de las chicas el impacto que tiene en limitar sus opciones es drástico.

En cuanto a los techos de cristal, sigue siendo una realidad que el porcentaje de mujeres en posiciones de responsabilidad es muy reducido. Y el sector tecnológico no es una excepción. Así que cuando aparece una mujer es algo inesperado, y eso genera una reacción a veces inconsciente a la que nos enfrentamos nosotras y que nos coloca en desventaja respecto a los hombres. Este es un ejemplo de otras tantas mayores y menores complicaciones a las que nos enfrentamos con bastante frecuencia.

Nos enfrentamos a una realidad en la que no tenemos ejemplos. En mi puesto de directiva, he tenido que construir mi rol, quién quiero ser yo. Cuando hablamos de jefe normalmente se nos viene a la cabeza la imagen de un hombre, con una seguridad resaltable, actitud autoritaria… Esa imagen no me representa. Por ejemplo, soy una persona a la que le gusta reconocer sus limitaciones y sus errores y, eso no afecta a mi capacidad de tomar decisiones. Y me gusta escuchar, preguntar, resolver las dudas, prefiero que la solución venga del propio equipo y no de mí… Y ha habido gente en mis equipos que se desconcertaban al relacionarse conmigo, les costaba identificarme como la “jefa” no sólo porque fuera mujer sino porque me comportaba con una actitud que no se correspondía con el estereotipo. Imagínate. Yo no me identificaba a mí misma con el rol de “jefe” que conocía y los miembros de mi equipo tampoco me identificaban en él. Y ahí surge un gran dilema, -forzarte a ti misma a encajar en un modelo más masculino y autoritario con el que no te sientes a gusto o seguir intentándolo desde tu personalidad. Para mí ha sido un proceso. He ido probando en los diferentes espectros, hasta conseguir la confianza suficiente en mí misma para quedarme en mi modo natural. Y a partir de aquí, se abre una oportunidad para que el otro haga el esfuerzo de ver que existen distintos tipos de managers y encontrar el valor que le puede aportar mi propio estilo.

¿Te has encontrado en tu trayectoria profesional este tipo de situaciones de tener que demostrar lo que vales o actitudes machistas?

Sí, ninguna situación grave pero sí he encontrado micromachismos. He vivido algunas situaciones más frustrantes como por ejemplo que al exponer uno de los proyectos que dirijo, pregunten las dudas a mi compañero como si mi criterio de experta necesitara la confirmación de un experto que también fuera hombre. Creo que, en gran medida, esto es resultado de la educación que hemos recibido y derivado de haber crecido en una cultura donde tradicionalmente el hombre ha sido el experto, el preparado para tomar decisiones y quien ostenta la “autoridad”. De forma irremediable, lo que hemos visto y hemos vivido genera sesgos que nos lleva a reaccionar de esa manera incluso de forma inconsciente. Y esos sesgos los tenemos tanto hombres como mujeres.

Por otro lado, también ocurre que las mujeres que hemos vivido estos micromachismos, en ocasiones, incluso los podemos anticipar y sobre reaccionamos. Por ejemplo, tras recibir una pregunta que no esperaba me he encontrado a mí misma pensado “claro, eso lo pregunta porque no acaba de confiar en mi valía profesional”. Puede que su pregunta no tenga nada que ver con eso, pero en cualquier caso se desencadena un mecanismo en el que llego a dudar de mi valía y necesito dedicar parte de mi energía a recuperarme de esa duda. Esta carga extra existe para las mujeres y es consecuencia de la cultura en que hemos crecido.

Hay un nuevo escenario especialmente tras la pandemia, que ha hecho que haya una demanda de puestos TIC que no se están cubriendo. Y, por otro lado, una pérdida la no inclusión del talento femenino ¿crees que faltan perspectivas para incluir a la mujer en el desarrollo tecnológico?

La tecnología siempre ha sido una herramienta, no un fin en sí mismo. Pero ahora es una herramienta que se utiliza en todos los sectores. Cada vez es más fácil de usar, de embeberla en otras soluciones y tiene un poder muy potente de transformar la forma en que nos relacionamos. El 50% de las usuarias son mujeres, ya que somos el 50% de la población, pero el drama está en que sólo el 25% están participando en el diseño del desarrollo tecnológico de las herramientas que todos vamos a usar. No forman parte de la idea, de la construcción, del diseño de la solución…No están presentes, faltan mujeres y por tanto, su opinión y su visión no se están teniendo en cuenta.

Por otro lado, el tecnológico es uno de los sectores con más capacidad de crecimiento ahora mismo. Donde se están creando más puestos de trabajo, donde hay un gran potencial de desarrollo profesional y también crecimiento salarial… y las mujeres no estamos ahí, nos estamos perdiendo esos beneficios. Como resultado, se aumenta aún más la desigualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Es fundamental que haya acciones dirigidas a incrementar la igualdad de forma rápida, porque esas diferencias a medida que pasa el tiempo van creciendo de forma exponencial.

El sector TIC necesita de la mujer y viceversa. ¿Qué puede aportar la mujer al desarrollo tecnológico? ¿Qué valor añadido aporta más allá de por justicia y por diversidad de perspectivas?

Antes de nada, quiero destacar que considero que uno de los principios fundamentales debe ser siempre garantizar la igualdad de oportunidades para todos los grupos; como tú dices, por justicia. Pero es que eso tiene un gran valor. No deberían ser necesarios más motivos.

El factor de la diversidad también es muy valioso, tenemos formas de ver la vida diferente y eso enriquece. Creo en los equipos multidisciplinares, creo que la clave del éxito de un equipo está en el grupo que son capaces de conformar. Necesitamos perfiles de distintos tipos y, al incluir mujeres, amplías el rango de visiones, competencias, experiencias y realidades. Dado que la tecnología se emplea para dar soluciones a los distintos problemas, necesitamos personas que sepan identificar todos los problemas posibles y distintas visiones a la hora de resolverlos.

La tecnología facilita factores como la flexibilidad horaria, teletrabajo, la conciliación… ¿Qué reto tiene que afrontar el sector privado para crear un escenario que facilite la igualdad de género en las empresas?

Una de las cosas que tienen y pueden hacer las empresas es apostar por estos movimientos de igualdad. Hay varios enfoques. En primer lugar, por motivos mercantiles: por productividad, diversidad, desarrollo del talento etc. Son argumentos válidos y seguro motivan a muchos a iniciar ese cambio. Pero mi parte idealista cree que cuando tienes una posición relevante en una empresa, puedes generar un cambio y tienes la responsabilidad de intentarlo. Un cambio en las relaciones laborales que se trasladen a las relaciones familiares. Lo que veo en los años que llevo en el sector tecnológico, es que están mejorando las condiciones laborales respecto a otros sectores, por ejemplo, respecto a la banca. Aquí tenemos políticas de recursos humanos mucho más flexibles y se está facilitando enormemente la conciliación, para todos pero con un impacto especial en las mujeres, ya que – nos guste más o menos- generalmente seguimos soportando más carga en las obligaciones familiares. Por ejemplo, en Unit4 trabajamos por objetivos, pudiendo decidir si lo hacemos desde casa o desde la oficina y con horario flexible. Se evita el estar por estar y no hay que justificar que cambies tu horario, para poder irte de viaje o recoger a tus hijos de la guardería. El resultado es que se crea un ambiente menos tenso, con libertad y sin tener que explicar cómo organizo mis horas de trabajo o de descanso. Tu vida profesional es mucho más liviana.

Otra acción relativamente sencilla y muy efectiva que pueden tomar las empresas es incluir la igualdad o diversidad como parte de la cultura de la empresa. Manifestar de forma clara su postura e identificar acciones claves que fomenten la inclusión de las. La mera declaración por parte de la empresa ya ayudará a que las mujeres, aun siendo un grupo minoritario, se sientan respaldadas y empoderadas para reclamar su posición.

A partir de ahí, es importante desarrollar iniciativas que pueden darse en numerosos frentes, como crear y fomentar un espacio donde los propios empleados puedan tratar estos temas. En mi empresa, por ejemplo, existe el grupo Business Women Network (bwn.unit4.com), que desarrolla distintas actividades, entre ellas, charlas donde compartir las experiencias personales además de otras para despertar la curiosidad de las niñas hacia la tecnología.

¿Qué temas se han tratado en este grupo? ¿Se analizó el nuevo modelo de teletrabajo desarrollado tras la pandemia?

Se han hablado de temas como la igualación de permisos de maternidad/paternidad, de la Ley Trans… Y sobre el teletrabajo, la empresa ha tomado la decisión de normalizarlo y convertirlo en una forma de trabajo más. En cuanto las condiciones sanitarias mejores, nuestra oficina de Granada estará disponible para quien necesite o quiera trabajar desde allí, con la posibilidad de trabajar desde casa. Tras este complicado periodo de teletrabajo forzoso, hemos decidido flexibilizar el sitio desde el que trabajas y complementar la flexibilidad horaria que ya teníamos. Como decía antes, todos los empleados disfrutan de esta flexibilidad, pero los más beneficiados son quienes tienen que conciliar con las obligaciones familiares. Por lo que observo en otras empresas del sector, cada vez se promueve más estos entornos flexibles. Por nuestra parte, si podemos contribuir a este cambio dando ejemplo, es un regalo.

¿Has tenido algún referente a lo largo de tu formación o tu carrera que te haya inspirado y ayudado a llegar donde estás ahora?

En general, sí he echado en falta contar con mujeres, tanto en la carrera como en los primeros trabajos, que me ofrecieran modelos más cercanos a lo que yo era y que me ayudaran a sentirme identificada de forma más fácil. Tuve en la carrera una profesora que era una eminencia en su ámbito y tenía una enorme pasión por lo que hacía, y me motivó a seguir ahí. Y después en los primeros trabajos, entre los puestos más altos que había en la oficina, encontré una mujer que también compaginaba su familia y profesión, y además era una persona dulce en el trato, era un referente diferente. Y eso lo que hace es ampliar tu rango de opciones y que te des cuenta de que puedes elegir aquél que mejor encaje para ti.

¿Qué mensaje les darías a las chicas que se plantean dedicarse a una profesión relacionada con las TIC?

Las animaría a tomar parte en una acción sencilla que está al alcance de todos. Que marquen la diferencia en estos procesos de cambio en comportamientos asumidos de forma inconsciente. Este debería ser el primer paso en las escuelas, en las empresas, … pero aún que no éstas no avancen, sí lo podemos hacer a nivel personal. Debemos reconocer que los sesgos forman parte de la vida y empezar a buscarlos. Darnos cuenta cuando el sesgo está actuando en nuestra forma de comportarnos.

En el ámbito empresarial tengo mucha suerte de que en mi empresa se lleven a cabo muchas iniciativas, entre ellas, un taller de sesgos inconsciente por el que van a pasar a todos los empleados y empleadas (alrededor de 3.500). Es cierto que hay otras empresas en las que es más difícil que se promuevan este tipo de actividades. Eso sí, a nivel particular puedes hacerlo con un grupo de amigos o a través de un foro, o también en las escuelas.

El objetivo es que cada persona nos demos cuenta de nuestros propios prejuicios. Todos y todas los tenemos. No hay que culpabilizarse por ello, pero sí que debemos actuar para eliminarlos. Busquemos que es eso que nos está lastrando en nuestra vida personal y profesional y empecemos a cambiarlo.

La respuesta más habitual es que cuando nos encontramos a alguien que no encaja en nuestro patrón, en nuestro estereotipo (por ejemplo, una mujer al frente de una empresa) es quedarnos a la espera de que nos demuestre si es merecedora de ese puesto o no. ¡Qué injusto!, ¿no? Yo soy quien tiene los prejuicios, pero le asigno al otro la responsabilidad de desmontarlo. ¿Qué podemos hacer? Primero, tratar de ser conscientes de en qué medida ese prejuicio está afectando mi valoración sobre la otra persona y, luego, tratar de eliminarlo. Este tipo de aprendizaje, de debate es importante promoverlo en entornos de grupos, en la escuela, en la empresa…pero también puedes hacerlo en tu familia y con tus amigos.

Además de esto, les diría que den rienda suelta a su imaginación y alimenten su curiosidad. Que prueben, pregunten, investiguen, exploren… que se dejen llevar por todo eso que les despierta esa sensación de hambre por ir un poco más allá. Y que no dejen que el entorno, lo que queda fuera, las pare. Y que siempre hagan cosas que las hagan disfrutar.