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Entrevista con Carmen Baena
Personal
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Entrevista
Carmen, ¿Cuál ha sido tu trayectoria? ¿Cómo has llegado a donde estás ahora mismo?
De formación soy ingeniera industrial, especializada en organización industrial. Yo empecé en el mundo profesional hace 25 años, y desde el principio he estado involucrada en todo lo que tiene que ver con la innovación y la tecnología, así como participando en proyectos europeos e internacionales.
En esos comienzos estuve en un centro especializado en innovación y tecnología durante 22 años, el cual marcó profesionalmente toda mi trayectoria. Empecé como becaria mientras terminaba la carrera, después me contrataron, seguí evolucionando y me hice cargo de un departamento, a continuación fui directora de área, hasta llegar a formar parte del Comité de Dirección. Siempre poniendo el foco en i+D+I y con un enfoque muy colaborativo desde los inicios, tanto en el propio centro como en el apoyo a otras organizaciones y empresas. En este centro estuve hasta 2017 cuando por distintos motivos dejó de tener actividad.
Desde entonces, por una parte trabajo como consultora, asesorando a distintas organizaciones de diferentes sectores, apoyándoles en sus procesos de organización… Me gusta decir que les ayudo a innovar “más y mejor”. Y por otra parte, formo parte del Consejo de Administración de una empresa TIC, TIER1, en la que soy Vicepresidenta y Presidenta de la Comisión de Auditoría. Además de esto evalúo proyectos europeos, y desde hace más de dos años doy clases en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería (Universidad de Sevilla).
Puede decirse que mi trayectoria se divide en dos etapas: una en el Centro Tecnológico IAT, y otra como profesional independiente en la que sigo colaborando con muchas organizaciones como consultora a través de mi propia iniciativa Winnova y bajo ese hilo conductor que es la innovación y la tecnología.
Desde esa chica a la que podría interesar la tecnología o no, a la que estudió ingeniería y la profesional que eres hoy, ¿En qué ha cambiado tu visión de la tecnología?
Obviamente ha cambiado muchísimo. La tecnología me despertaba curiosidad pero me resultaba compleja. En el instituto sí que elegí por ejemplo informática, pero en aquella época la tecnología era muy árida, poco amigable. No tiene nada que ver con lo que es hoy en día, que está preparada para que su uso sea más sencillo. Y en la carrera hasta el último curso no tuve ordenador, y tampoco lo necesité aunque parezca increíble. Teníamos un centro de cálculo y la primera vez que lo usé en unas prácticas fue un suplicio para mí. No por la dificultad, sino porque tenía esa barrera de entrada, esa sensación que luego descubrí que no era real.
Hoy en día todo es distinto. No se concibe la vida sin tecnología, tanto a nivel personal como profesional.
¿Por qué hiciste ingeniería industrial?
Me inicié en la tecnología porque está vinculada a mi carrera, ingeniería industrial, y la hice porque en aquella época, primero no había tanta opciones como hoy en Sevilla, y segundo porque tenía muy claro que me gustaban asignaturas como matemáticas, física etc… Las disfrutaba. Y descubrí entonces que hay una carrera con todas ellas, y además con cierta dificultad. Y lo que quizás a otra persona le puede hacer echarse para atrás, a mí me hizo plantármelo como un reto. Y siempre digo “menos mal que me gustó a nivel global”.
En recientes estudios, se destaca la importancia de contar con referentes femeninos, modelos de inspiración sobre todo de cercanía para el fomento de las vocaciones STEM entre las chicas. ¿Has tenido alguna persona mentora o referente que te inspirara para llegar donde estás?
Fueron importantes mis primeros jefes, que obviamente fueron hombres, pero que tuvieron confianza en mí y no dudaron en proponerme retos, que yo asumí y cumplí con todas las expectativas. Tener una mujer referente era muy difícil porque no conocía a nadie en mi ámbito cercano. La mayoría de las amigas de mi madre eran amas de casa, y si alguna trabajaba era profesora o administrativa. En el ámbito profesional era difícil tener esos referentes, que estoy de acuerdo en que son muy importantes, y no solo los grandes referentes, que son tan grandes que resulta difícil aspirar a ellos, sino en el ámbito cercano para hacerlo real y alcanzable.
En el ámbito personal, como cualquier persona, mi principal referencia femenina ha sido mi madre. Sin tener oportunidad ninguna de estudiar o desarrollarse profesionalmente, es una mujer súper inteligente, trabajadora, y que desde siempre me ha trasladado su confianza en mí, algo que es fundamental para que cualquier persona haga lo que quiera hacer. Y siempre con una actitud constructiva y positiva ante cualquier dificultad.
¿Cómo analizas el papel de la mujer en el sector TIC, según tu experiencia, tanto en el ámbito público como privado?
En primer lugar, permíteme que separemos el sector TIC de la ingeniería industrial, que son mis dos perfiles. Cuando yo estudiaba era muy extraño estudiar ingeniería industrial entre las mujeres, pero no lo era por ejemplo en la carrera de informática, en la que de hecho había más mujeres que ahora. Eso ha cambiado sorprendentemente con el tiempo, hay quienes lo vinculan al hecho de llamarle ingeniería, pero no se sabe con seguridad.
Hoy día el papel de la mujer en el sector TIC desde mi punto de vista es bajo, especialmente a niveles técnicos y de responsabilidad. Pero es cierto también que hay un nivel bajo de egresadas, que finalizan estos estudios. Yo creo que en esto tiene mucho que ver todos los estereotipos que existen entorno a estos estudios y a este tipo de profesiones.
¿Cuáles crees que son esos estereotipos que pueden estar afectando o influyendo en que las chicas se decidan por una vocación o una carrera STEM?
En general son los estereotipos de siempre, relacionados con la poca sociabilidad, aspecto físico, la forma de vestir…pero tanto para ellos como para ellas. Como anécdota, recuerdo que una vez estuve presente en una entrega de premios en el ámbito tecnológico a los mejores expedientes. Uno de los premios fue para una chica y cuando se lo dieron oí que un señor comentó en tono jocoso “es demasiado guapa para ser ingeniera”. Yo no daba crédito, y aunque se ha avanzado muchísimo, sigue pasando. Es un factor más en el momento que una chica se decide por este tipo de carreras.
¿Qué otro tipo de barreras culturales, sociales, etc, has encontrado en el desempeño de tu profesión y para avanzar en ella?
Mi visión es que hay varias barreras, primero para elegir la carrera y luego para seguir avanzando. Es algo que tengo muy claro, porque lo he vivido recientemente por mi hija que tiene 18 y mi hijo que tiene 20. Para las chicas las barreras están desde que somos pequeñas, van influyendo en la toma de decisiones conforme vas avanzando en tus estudios, qué bachillerato haces, qué asignaturas vas eligiendo…En esa primera etapa influyen esos estereotipos y se asocia este perfil tecnológico con perfil masculino. He llegado a escuchar a alumnas decir que no han elegido ciertas asignaturas por no estar solo con chicos en la clase. Incluso su entorno contribuye a hacerles dudar de su capacidad. A veces hasta los padres recomiendan a las chicas elegir carreras “más sencillitas”. Y muchas veces el freno lo tienen en el entorno más cercano y esa falta de referentes de cercanía influye: Como somos pocas en ese ambiente son muchas las niñas sin ese referente.
En el ámbito profesional es diferente, hay dos frenos fundamentales. Uno tiene que ver con compaginar la vida profesional y personal, que afecta a ellos y ellas, pero hoy en día todavía afecta más a mujeres. Esto está cambiando, pero tiene que cambiar aún más en todos los sectores, no solo en el tecnológico. Y otro de los frenos es la participación de las mujeres en la toma de decisiones en las organizaciones, que todavía es baja. Aún se toman mayoritariamente por hombres, porque son los que están en los puestos de decisión, y al final pueden tener un sesgo inconsciente. Parto de la base de que hoy día no me encuentro a gente que directamente discrimine a una mujer, pero el inconsciente es lo más difícil de controlar.
¿Dónde crees que están las soluciones para intentar cambiar esas tendencias?
Son muy complejas. Hay muchas y distintas actuaciones que se están llevando a cabo, que tienen que ver con romper estereotipos, dar a conocer referentes, etc. Están muy bien en mi opinión, pero hay que tener cuidado porque si se insiste demasiado en una determinada idea se puede conseguir el efecto contrario, un efecto rebote no deseado.
Existen ideas como ¿Por qué tiene que haber más mujeres si tienen la libertad de hacer lo que quieran?
Y no se es consciente de que muchas veces las decisiones de las mujeres están muy condicionadas por todo lo que viven desde pequeñas. Desde el principio hay que hacer ver esas otras opciones, es un tema de justicia social que haya mujeres en el sector de la tecnología. Pero además hacer ver que las empresas ganan mucho teniendo a mujeres en sus equipos técnicos y directivos. Las empresas también podrían involucrarse en iniciativas que fomenten esto en etapas previas, a través de su responsabilidad social, para fomentar esa cultura.
No es una sola acción la que hay que hacer, yo creo en aportar nuestro granito de arena, en hacer cosas en nuestro entorno. Y trabajar para que las mujeres ganen confianza y quieran asumir retos porque no todas, pero a veces ellas mismas se ponen freno a hacer ver sus capacidades y sus logros. Si no lo vemos nosotras mismas, difícilmente los van a ver los demás, hay que quitarse ese pudor.
Esta pandemia ha supuesto un avance muy importante en cuestión de digitalización, y además la ha humanizado mucho. ¿Qué mensaje darías a esas chicas que se están planteando que van a ser de mayores?
Tanto a ellos como a ellas les diría que tienen un potencial y una capacidad altísima de contribuir a construir el futuro. Cualquier acción que hagan por pequeña que sea puede tener un impacto. El futuro que nos espera va a ser tecnológico, pero depende de ellos y ellas que además sea justo e igualitario, porque la tecnología tiene sus ventajas pero también sus peligros. Depende del uso que se haga de ella, será buena o menos buena.
Y también les diría que deben tener una actitud crítica, que no se conformen con que las cosas son como son, y se cuestionen esos estereotipos.
Carmen, ¿Crees que estamos avanzando en una igualdad real en el sector TIC?
Yo creo que avanzamos pero de manera lenta y con peligro de retroceso, necesitamos más velocidad por todo esto que hemos analizado. Hoy por hoy algunas personas tenemos esa conciencia de que la desigualdad se da por distintas razones, pero no es percibida como tal por la generalidad. Muchas veces tengo que explicar que hay esa desigualdad, que una mujer puede hacer lo que quiera pero tiene mucho en su camino y pasillos de cristal, como los define la ingeniera informática Lorena Fernández.
Queda mucho por hacer todavía a todos los niveles. Hay que trabajarlo no en el momento que una chica decide una carrera sino antes, porque ahí ya ha decidido si le gusta o no. De pequeña te hacen ver que las matemáticas son más difíciles o poco interesantes… Hay que trabajar desde el principio y poner nuestro granito de arena, influir en nuestro entorno y en todos los ámbitos.
Más que marcarnos cifras, hay que hacer ver desde pequeñas que la tecnología es una opción, para desarrollarse profesionalmente y para cumplir con inquietudes, que a lo mejor por supuesto pueden dar respuesta a aspectos sociales.
Para terminar, ¿quieres trasladar algún mensaje o destacar alguna idea más?
Por último, continuado la reflexión sobre los motivos de ese retroceso de vocaciones tecnológicas, comentar que muchas veces incluso los que estamos en este mundo no somos capaces de contar de manera clara lo que hacemos a los demás. Ingenieros e ingenieras solemos ser buenos ejecutando pero no tanto en comunicación, que hay que mejorar.
Y si por algo me alegro de vivir momentos como la Medalla de Sevilla, es porque así se visibilizan temas importantes como la innovación con mujeres a la cabeza. Algo que aumenta la alegría que siento por ello