29 de octubre de 2025

TECNOLOGÍA, CIENCIA Y GÉNERO: UNA ECUACIÓN PARA LA VIDA

La tecnología no es neutral. Puede perpetuar desigualdades o puede corregirlas. Y en el caso del ictus, la diferencia entre un algoritmo justo o sesgado puede marcar la línea entre la vida y la muerte.

En este Día Mundial del Ictus, desde WomANDigital nos sumamos al compromiso de frenar el ictus desde el conocimiento, la innovación y la igualdad, apostando por una tecnología más humana, más empática y más justa para todas las personas.

Cada 29 de octubre, el mundo dedica este día para recordar que el ictus es una urgencia médica que no espera. En España, cada año unas 120.000 personas sufren un ictus, con alrededor de 25.000 fallecimientos a causa directa de este evento, según el informe Estrategia en Ictus del SNS 2024.

Pero detrás de esas cifras hay una desigualdad silente: entre las mujeres, el ictus es la primera causa de muerte, superando incluso al cáncer de mama.

Ese dato no es anecdótico: revela que el género influye en cómo se previene, se detecta y se trata una enfermedad tan grave.

ICTUS Y GÉNERO: LA URGENCIA DE VISIBILIZAR

Según datos recopilados por el proyecto ictusymujer.org, las mujeres:

  • Las mujeres tienen mayor morbilidad y dependencia tras un ictus, reciben menos tratamientos específicos y menos exploraciones en fase aguda que los hombres. (Mujeres y Salud. “Ictus en la mujer: Desigualdades en investigación, diagnóstico y tratamiento”)
  • La campaña Ictus y Mujer, promovida por Freno al Ictus junto al Ministerio de Sanidad, subraya que más de 16.000 mujeres mueren al año por esta causa, lo que supone más del doble que por cáncer de mama.

  • Uno de cada tres ictus se produce en personas activas laboralmente, lo que también implica el consecuente impacto proporcional en la vida profesional de muchas mujeres.
  • Además, el coste del ictus no es solo sanitario: en España, se estima que el primer año tras un ictus cuesta de media 27.711 €, de los cuales más de 2/3 corresponde a cuidados informales (familiares, no profesionales).
  • Estas diferencias no son biológicas únicamente: son también culturales y estructurales. Y, por tanto, corregibles si se incorporan medidas concretas que integren la perspectiva de género en la prevención, diagnóstico e investigación médica.

TECNOLOGÍA QUE CUIDA: IA E INNOVACIÓN AL SERVICIO DEL CEREBRO

Cuando la tecnología se diseña con conciencia, puede marcar la diferencia entre una secuela grave o una recuperación más completa. Con un enfoque inclusivo, se convierte en una poderosa aliada para la prevención y la salud cerebral.

  • El proyecto AI‑SPRINT, en el que colabora Freno al Ictus, desarrolla modelos de IA para predecir el riesgo de ictus mediante dispositivos móviles y sensores personales, permitiendo actuar antes de que sea tarde. (Más información: Noticia del BSC)-
  • En España ya hay iniciativas tecnológicas que intentan acortar los tiempos de tratamiento: por ejemplo, se ha probado el uso del TAC móvil (ambulancia con escáner) para diagnosticar el tipo de ictus antes de llegar al hospital, lo que mejora las probabilidades de recuperación sin secuelas.

Este tipo de avances tienen un potencial enorme, siempre que estén alimentados por datos diversos y representativos, que contemplen factores de riesgo específicos de las mujeres y de otras poblaciones subrepresentadas. Una muestra de que la tecnología no es futurista: puede ser decisiva hoy, si se diseña con criterios de equidad.

ESPACIOS CEREBROPROTEGIDOS: FORMAR PARA SALVAR

Uno de los proyectos con mayor impacto social de la Fundación Freno al Ictus es Espacios Cerebroprotegidos. Se trata de centros públicos o privados (empresas, colegios, comercios) donde el personal aprende a reconocer signos de ictus (por ejemplo, asimetría facial, dificultad del habla, debilidad en un brazo) y activar el protocolo de emergencia al instante. Porque en un ictus, cada minuto cuenta.

“Al hospital no se va, al hospital te llevan… y te llevan los servicios de emergencia: 112”

Por ejemplo, recientemente la Fundación Marqués de Valdecilla se convirtió en la primera entidad sanitaria en Cantabria con certificación de Espacio Cerebroprotegido, tras capacitar a su plantilla en este protocolo.

Esta formación, reconocida por la Sociedad Española de Neurología, es gratuita, online y accesible, y forma parte de los programas de RSC de muchas entidades, cumpliendo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible en salud y bienestar.

HACIA SOLUCIONES CON ROSTRO HUMANO (Y FEMENINO)

El futuro de la medicina ante el ictus debe construirse con tres ejes:

  1. Equidad en los datos: entrenar modelos con diversidad —género, edad, etnia— para que la IA no sea ciega ante mujeres ni grupos subrepresentados.
  2. Transparencia y auditoría ética: exigir que los algoritmos expliquen sus decisiones (¿por qué “un síntoma” se detecta como alerta?) y puedan ser revisados por expertos en género y derechos.
  3. Capacitación generalizada: extender proyectos como Espacios Cerebroprotegidos, combinar tecnología con formación ciudadana y médica, e involucrar a administraciones públicas.

La salud pública y la ciencia deben incluir todas las realidades para ofrecer soluciones reales:

  • Es necesario visibilizar los síntomas del ictus en mujeres y formar al personal médico y social.
  • Las campañas de sensibilización deben estar adaptadas por sexo, edad y contexto social.
  • La tecnología debe entrenarse con datos inclusivos, que contemplen diferentes expresiones físicas, síntomas y contextos vitales.
  • El papel de asociaciones como Freno al Ictus es fundamental, al actuar como puente entre sociedad, ciencia e instituciones.
  • Y como ciudadanía, tenemos el poder de informarnos, compartir y participar activamente en iniciativas que salvan vidas.

El papel de las mujeres en esto es doblemente imprescindible: como investigadoras, diseñadoras y evaluadoras de tecnologías de salud, y como beneficiarias históricas de sistemas que han sido diseñados sin sus particularidades. Su perspectiva puede revertir injusticias invisibles.

TECNOLOGÍA, CIENCIA Y GÉNERO: UNA ECUACIÓN PARA LA VIDA

El ictus no distingue vidas por género… pero la ciencia y la tecnología, muchas veces sí.
Hoy, en el Día Mundial del Ictus, reafirmamos que la medicina debe mirar a todas. La tecnología debe estar al servicio de nuestra salud, no en contra.
Y eso solo empieza si reconocemos las brechas, les ponemos nombres, exigimos participación y construimos una igualdad con latido propio.

La tecnología no es neutral. Puede perpetuar desigualdades o puede corregirlas. Y en el caso del ictus, la diferencia entre un algoritmo justo o sesgado puede marcar la línea entre la vida y la muerte.

En este Día Mundial del Ictus, desde WomANDigital nos sumamos al compromiso de frenar el ictus desde el conocimiento, la innovación y la igualdad, apostando por una tecnología más humana, más empática y más justa para todas las personas.

NOTA: post realizado en colaboración con la Fundación Freno al Ictus, con motivo del 29 de octubre, Día Mundial del Ictus, y en alianza para la concienciación de los sesgos de género en ciencia y tecnología.