Superando retos del pasado, avanzando hacia nuevas oportunidades

11 de noviembre de 2020

Hace bastantes años que el concepto de brecha de género empezó a calar en la conciencia social, alertando de las distintas desigualdades a las que la mujer se enfrentaba en el ámbito personal y profesional en todas las esferas.

Relucían entonces una serie de retos que, llegada la denominada cuarta revolución industrial, parece que se siguen arrastrando e incluso agudizando en los nuevos escenarios de la digitalización. El sector TIC demanda de forma contundente la profesionalización e incorporación de talento pero, sin embargo, cuenta solo con una representación del 19’7% de mujeres en España (según los últimos datos de Eurostat).

Mujer navegando por la red con gafas 3d

¿Qué está pasando entonces?

La industria tecnológica es el motor económico de las sociedades del futuro, y ya en gran medida del presente. En el 2022 se estima una demanda de 125.000 puestos de trabajo relacionados, pero el número de estudiantes de carreras STEM sigue disminuyendo con el paso de los años con especial incidencias en las chicas (más datos e información en “El desafío de las vocaciones STEM” de DigitalES).

Los estudios apuntan ya a varios motivos para explicar esta brecha de género tecnológica:

  • El aprendizaje de modelos y estereotipos de género desde las edades más tempranas, que perpetúan roles sociales del patriarcado.
  • La no adaptación del modelo educativo, que no aborda las competencias matemáticas ni tecnológicas, y la carencia de un sistema que naturalice la coeducación en estas materias.
  • La consecuente falta de vocaciones posterior, al no dar a conocer estas profesiones y sus oportunidades desde la infancia.
  • La ausencia de referentes y modelos de inspiración en escenarios clave como la Inteligencia Artificial, la ciberseguridad, el Big Data, la cloud, el blockchain.

La consecuencia: Perdemos el 50% del talento, que es el factor fundamental de la competitividad de un país.

¿Cuál es el camino?

Pues todo apunta a que la clave está en diversificar desde la transversalidad. Es decir, visibilizar las interconexiones que las TICs tienen con otras profesiones como la comunicación, la salud, el marketing, etc. La tecnología forma y formará parte de prácticamente la totalidad de las tareas y acciones de nuestro día a día, y como tal, hay que acercar la educación en sus competencias desde las edades más tempranas de forma igualitaria a niños y niñas.

Acercar estas profesiones, mostrar en qué consisten y sus oportunidades, desmitificando consideraciones que llegan a ser importantes barreras en el acceso. Hay que contar y calar el mensaje de que la tecnología y la ciencia son divertidas y de gran utilidad para la sociedad, que estamos construyendo nuestro futuro y las mujeres deben formar parte de su diseño y desarrollo. El talento femenino debe tomar protagonismo en este sentido para que así estén representadas la diversidad de perspectivas, pasando de ser consumidoras a productoras y creando un mundo más justo y equitativo.

Cuando el sector TIC cuenta con las circunstancias idóneas…

La industria de la tecnología es un sector relativamente nuevo, con profesiones recientes, en las que es más fácil romper con los roles masculinizados.

En palabras de Alicia Richart, Directora general de DigitalES: «Cuando comparamos personas de empresas del mismo tamaño, de sectores parecidos, con el mismo nivel educativo y la misma experiencia, la brecha de género se sitúa en un 8,9% en el sector TIC y en un 14% en el resto. Hay menos discriminación salarial, pero sigue habiendo un techo de cristal porque la mujer ocupa puestos menos especializados y con menor remuneración».

Nos encontramos, entonces, ante un espacio que marca las oportunidades para el cambio y, una serie de retos afrontar en él: igualdad salarial, techos de cristal (liderazgo femenino) y vocaciones STEM. Es necesario por lo tanto, abordar las etapas de la vida en su totalidad para generar las medidas que permitan romper las barreras de acceso y desarrollo, comenzando por trabajar los modelos educativos para continuar con los laborales y, por supuesto, con una transformación en el sistema socio-cultural de base. Haciendo que estos retos realmente lleguen a formar parte del pasado a través del aprovechamiento de las nuevas oportunidades.